Sonrisas de otros tiempos, alegría genuina en los juegos sin fin, pies descalzos sobre las piedras, tardes y noches, complicidades inocentes. Colinas y cerros todos nuestros, dinosaurios sepultados. Relatos fantasiosos, otrora voces ancestrales, espantos, pistolas, minas, brujas y duendes en alguna potente y flemática voz de algún anciano. Escalofrío gozoso, miro a mi casa y su figura se yergue gigantesca, omnipotente, voluptuosa y protectora; voy a su llamado.
Dias felices aquellas tardes de verano, mangos sazones, pasojo, polvo y aserrin. Viajes fantásticos, criaturas inolvidables y cielos llenos de estrellas, arroyos de ensueño que nos transportaban a un paraíso infinito.
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