domingo, 5 de septiembre de 2010

Samurai

El vórtice creado por las cuerdas era tan fuerte que mi debil condición humana solo produjo un estado de inconsciencia temporal.
Para cuando hube recobrado el conocimiento estaba ya en un lugar definido: Si bien no se trataba de un lugar que me pareciese familiar, por lo menos caía en cuenta de que seguía vivo.
Algunas horas después de estar recorriendo tan peculiar paisaje, atinaba a asociar algunos arboles y plantas con algunos ejemplares observados en algún documental pero mi cuasi estado de shock no consentía en seguir forzando mi desvencijada memoria.
Algunos instantes después de haber vadeado un pequeño riachuelo, de entre los arboles se abría paso lo que se antojaba, era una pequeña aldea, o pueblecito con características bastante peculiares. Ahora sí, como relámpago, vino a mi la asociación de ideas pero algo no encajaba, pues claramente podía reconocer elementos que bien podían ser de algún lugar del lejano oriente, sobre todo del antiguo Japón medieval y rural y además ¿Qué rayos hacia yo allí?, traté de encontrar alguna razón, alguna idea lógica. Y en efecto tal véz hubiera llegado de no ser por un pequeño y agudísimo punzo en mi espalda. Giré la cabeza muy lentamente con la prudencia de alguien que se encuentra en una situación de considerable riesgo. Voila!, un oriental de cabello recogido, ataviado con hirsutas protecciones en los hombros, tronco y cabeza y alguna otras prendas ligeras. Me habló con voz firme rasposa en un lenguaje totalmente desconocido para mí, pero familiar por las varias películas de Kurosawa. Casi estaba seguro que se trataba de la lengua japonesa.
Un fuerte y no muy amable aventón con su pie, me indicaron que debía avanzar, y así lo hicimos río abajo por espacio de al menos diez minutos hasta haber llegado a lo que parecía ser el centro de la aldea. Y lo que parecía ser un escenario totalmente desierto estaba ahora lleno de curiosos. Quiero pensar que a falta de algún espejo, seguía yo manteniendo mi aspecto occidental, o por lo menos de latinoamericano. El tumulto amainó cuando vino a nosotros un numeroso séquito de personas ricamente vestidas. En esta ocasión casi estaba seguro de algo: se trataba de Samurais, o por lo menos sacados de la palícula de Sanjuro o Yojimbo.
Uno de los sujetos parecía gozar de respeto en aquel grupo, cuya voz y temperamento aplacaron a la plebe.
Se paró delante de mí, me miró fijamente. Por un instante parecío que algún rayo recorrió mi cuerpo completamente pues la persona que estaba delante de mi y que me parecía reconocer casi perfectamente !era nada mas y nada menos que Toshiro Mifune!, bueno, al menos no tenía duda de que era él, solo que caracterizado como algunos de sus roles de samurais famosos.
En medio de una mezcla de sentimiento de profundo nerviosismo y emoción incontenible solo escaparon de mi boca dos palabras muy firmes: !Mifune... Toooshiroo!!!!
El hombre enfrente de mí y que según yo era el mismísimo Mifune calló por un espacio de unos segundos y luego se echó a reir mirando a la concurrencia como indicando a los presentes que se trataba de algún mal chiste.
La situación se tornaba algo embarazosa y por instantes tuve la esperanza de que se relajaría el episodio aquel, pero un grito desaforido a lo lejos movilizó a toda la gente, incluyendo al Supuesto Mifune y conpinches. Quienes casi por acción instintiva deslizaron sus sables y entraron en un estado de concentración e impetu combativo e inmediatamente corrieron a montar aquellos caballos.
Aquello se volvió la hecatombe pues a lo lejos retumbaba con gran estruendo una horda de hombres a caballo cuyo barullo no mostraba que viniesen en son de paz.
Antes de emprender la carrera aquel hombre para mí tan familiar señaló
en dirección de una choza como indicando que me resguardase allí y acto seguido asi lo hice, y casi a un metro de aquella palapa tuve una reacción inesperada, sentí la curiosidad por ver donde se encontraba aquel guerrero que por lo menos parecía haberme perdonado la vida, De entre el ajetreo lo alcancé a distinguir: por algun instante giro su cara y me observó casi de reojo como si su mirada describiera cierta extrañeza, mezclada con esa curiosidad que ahora se dibujaba perenne...
Eso fue lo último que vi pues de repente solo sentí un escalofrío, y entonces mi mirada cayó; solo para darme cuenta que mi cuerpo había sido penetrado con una flecha, el rojo de la sangre se hacía intenso, y sólo en ese momento advertí que yo también vestía aquellas indumentarias, todo se iluminaba, los ruidos se hacían más lejanos, mi cuerpo parecía volverse muy pesado y de repente nada, hasta que un pensamiento sonaba en voz alta, era una voz bastante familiar, y alcancé a escucucharla bastante bién, decía algo así:
Si tan sólo pudiera viajar a 1961 y actuar con Toshiro Mifune, en aquel mundo tan maravilloso de los samurais! Esa voz no podía ser otra que la mía.

En fin, lo que no se, es si en efecto era Mifune aquel hombre, o si por algún evento cuántico fuí a dar con alguna realidad en algún universo paralelo donde la realidad de alguna película fuese la imperante, conectado más allá de mi deseo momentaneo.

Lo que si, es que prefiero estar de espectador en algún cineclub durante el ciclo Kurosawa y maravillarme con su narrativa visual, sin los inconvenientes de moverme de mi butaca, y mucho menos de mi linea de tiempo actual o "realidad" Vaya un gran saludo donde quiera que se encuentren el director, el actor y tan entrañables personajes.

1 comentario:

  1. Tengo un conflicto: No se si me gusta mas el relato o como saliste tuen la foto! besos pa mi artista!!

    Adri

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